El Susurro de la Luna
Un cuento para almas altamente sensibles
Rocio Flores
10/13/20243 min read


Dicen que quienes sienten el mundo en lo profundo de su ser están conectados con los secretos del cielo. Así era Aruna, una joven altamente sensible cuyas emociones parecían olas danzando al ritmo de un viento invisible. Mientras otros caminaban por la vida sin cuestionar el vaivén de sus días, Aruna escuchaba un susurro, una melodía antigua que la guiaba, aunque no siempre comprendía su origen.
Una noche, cuando el peso de sus emociones la envolvía como un manto de sombras, Aruna siguió el llamado de sus pies descalzos hacia el bosque. En el silencio de los árboles, con las estrellas como testigos, apareció la Luna en lo alto, llena y brillante, como si la buscara. Su luz derramaba un resplandor plateado sobre la tierra, y en ese momento, Aruna sintió algo más: la Luna no solo la observaba, sino que también le hablaba.
"Hija del viento y las estrellas, tú sientes como yo. Yo me oculto y resurjo, al igual que tus emociones, que fluyen y retroceden. Cada fase lunar es una puerta hacia tu alma. ¿Lo sientes?" La voz de la Luna era suave, como una brisa en el agua.
Aruna cerró los ojos, dejando que el susurro de la Luna entrara en su ser. Y entonces lo comprendió.
"En la Luna Nueva," continuó la Luna, "el cielo me oculta, y es allí donde nacen los secretos del alma. Es el momento de sumergirse en el abismo interior, de plantar semillas invisibles que germinan en el corazón. Siembra tus intenciones en el silencio, y deja que la oscuridad las guarde hasta que florezcan."
Aruna recordó esos momentos de vacío en los que sentía la necesidad de retirarse del mundo, de hundirse en la quietud de sus pensamientos. Ahora comprendía que esos momentos eran sagrados.
"Cuando empiezo a crecer," susurró la Luna Creciente, "también crece la energía en tu pecho. Es el momento de dar vida a lo que has soñado en la oscuridad. Pequeños pasos, querida, pequeños pasos hacia la luz."
Aruna sonrió al recordar cómo en esos días sentía un impulso suave, como si su alma despertara de un largo sueño.
"Y cuando llego a mi plenitud," dijo la Luna Llena, "todo se ilumina. Las emociones que has guardado se desbordan, buscando liberación. Este es el momento de mirar al espejo del alma, de soltar lo que ya no vibra contigo, como las hojas que caen al final del verano. No temas, hija de la tierra, pues en la liberación encontrarás renacimiento."
Aruna dejó escapar un suspiro, comprendiendo que las emociones que tantas veces la abrumaban eran en realidad regalos que la vida le ofrecía para renovarse.
"Y cuando empiezo a menguar," volvió a susurrar la Luna, "es tiempo de descansar y dejar ir. El cielo me deja ir, y tú también debes hacerlo. Deja que lo que pesa se disuelva como el rocío al amanecer, para que tu ser pueda renovarse y prepararse para el próximo ciclo lunar. Todo tiene su momento, todo tiene su ritmo."
Aruna entendió entonces que ella y la Luna compartían el mismo viaje: un ciclo constante de nacimiento, crecimiento, culminación y descanso. Sus emociones, como las fases lunares, eran parte de un todo más grande, una danza cósmica que nunca se detenía.
Desde esa noche, Aruna dejó de luchar contra lo que sentía. En lugar de eso, comenzó a escuchar-se. Aprendió a fluir con las olas de sus emociones, a seguir el ritmo de la Luna en el cielo y en su corazón. Y cada vez que la Luna brillaba, ya fuera llena o menguante, Aruna alzaba la vista y sonreía, recordando que sus emociones eran el reflejo de un universo en constante transformación.
Así como la Luna cambia con cada fase, nuestras emociones también están en continuo movimiento. Las personas altamente sensibles pueden sentir esta conexión con mayor profundidad. La Luna, con su energía cósmica, nos enseña a fluir y a aceptar cada emoción como parte de un ciclo natural. En su luz y en su sombra, siempre hay sabiduría. Permítete escuchar la voz de la Luna, alinear tus emociones con sus fases y descubrir el poder de transformar tu ser.
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